
La expansión de la <strong>cultura oriental</strong> nos ha traído además de delicias gastronómicas la revelación de uno de sus más grandes e importante secretos como lo es el uso de nuestra propia <strong>energía</strong> y su<strong> equilibrio</strong> como forma de vida.
En el arte del amor el uso de esta energía sirve no sólo para prolongar el placer físico sino para elevar más allá el significado de tan maravilloso acto. El <strong>Chi kung</strong> entre sus muchos estilos basa su práctica en la conservación de la energía que se dice se pierde con cada<strong> eyaculación</strong> masculina por lo que su práctica le asegura a los hombres placer sin desgaste convirtiéndolos en mejores amantes y prolongando su tiempo de actividad sexual traducido en años.
Algo muy similar promueve el arte del <strong>Tantra</strong>, pues quienes lo practican no sólo tienen sexo sino que hacen el amor con el alma y espíritu prolongando la eyaculación como último recurso y cuyo significado es muy ajeno al del <strong>orgasmo</strong>.
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